Según Unamuno: "Cuando al escepticismo racional se abraza
la desesperación sentimental, surge la esperanza salvadora.
Y la primera de estas posibilidades es precisamente la fe en
la vida eterna y perdurable... .Creo en Dios como creo en mis
amigos,por sentir el aliento de su cariño y su mano invisible e
intangible que me trae y me lleva y me estruja por tener íntima
conciencia de una providencia que traza mi propio destino ".
Tal vez Unamuno no explique la fe de una manera ortodoxa,
tal vez yo no sepa extraer toda la sustancia a estas palabras
del insigne filósofo, tampoco pretendo hacerlo. Lo único que
trato es explicar a tanto agnóstico moderno y de pacotilla,
a gentes que se avergüenzan de haber asistido a un colegio
religioso, queriendo disimular ese poso religioso adquirido
durante su niñez por esos mismos colegios y por la educación
recibida de sus padres. También a ese pueblo que con una
candidez extrema presume a veces de irreligiosidad. Creo
que un tanto por ciento de los españoles nos creemos mas
personas cuando desdeñamos lo mejor de nuestro yo. Y
nuestro yo esta compuesto por una parte material y otra
espiritual. A esta última hay que prestarle la importancia de
vida, sin niguna clase de complejos, siendo los dueños de
nuestra existencia, no dejándonos manejar por ideas letales
que tratan de imponernos ciertas fuerzas anticlericales y
materialistas que pretenden corromper nuestros principios,
los mismos en los que están basados nuestra historia y
nuestra ética.
Qué sería de nosotros sin fe y también sin esperanza.
No se puede vivir sin ambas. Se debe tener fe en Dios,
en la familia, en los amigos, en el trabajo, en que algún día
acabe la violencia. Y con esta fe nacerá la esperanza de que
todo o casi todo se vaya realizando, para poder seguir
viviendo en una realidad incierta, recorriendo un
camino a veces positivo, a veces negativo. J.V.
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